miércoles, 2 de diciembre de 2009

BELLEZA MALDITA




"— ¡Miserable Paris, el de más hermosa figura, mujeriego, seductor! Ojalá no te contaras en el número de los nacidos o hubieses muerto célibe. Yo así lo quisiera y te valdría más que no ser la vergüenza y el oprobio de los tuyos. Los aqueos de larga cabellera se ríen de haberte considerado como un bravo campeón por tu bella figura, cuando no hay en tu pecho ni fuerza ni valor. Y siendo cual eres, ¿reuniste a tus amigos, surcaste los mares en ligeros buques, visitaste a extranjeros, y trajiste de remota tierra una mujer linda, esposa y cuñada de hombres belicosos, que es una gran plaga para tu padre, la ciudad y el pueblo todo, causa de gozo para los enemigos y una vergüenza para ti mismo?"(...)
Así comienza uno de los muchos versos que contiene la "Ilíada", poema épico de Homero en el que se relata acerca de la sangrienta guerra acaecida entre troyanos y griegos a causa del rapto de la reina espartana “Helena", hija un dios según los griegos, una beldad de la época, a manos del príncipe Paris.
El texto se inicia cuando la guerra ya tiene varios años de transcurso y su desenlace cruento da testimonio sobre las terribles costumbres que tenían los conquistadores para con los vencidos en aquellos días -violaciones colectivas de mujeres, asesinatos de infantes en las murallas de la ciudad, reparto de prisioneros de guerra para ser destinados como esclavos, amantes o inclusive como víctimas para sacrificios-.
Etimológicamente “Ilíada” proviene del vocablo “Ilion”, que era el otro nombre con que se conocía a “Troya”. En verdad, la Troya de Homero, data aproximadamente del período comprendido entre 1700 a 1300 o 1250 a.C. según excavaciones realizadas durante más de un siglo. Había surgido como un núcleo urbano prominente a partir de su sexta fundación –esta ciudad se refundó al menos unas diez veces por causas de desastres naturales, invasiones, saqueos y olvido-. En su momento llegó a albergar entre 5.000 y 10.000 habitantes y fácilmente hasta 50.ooo durante el asedio. Aún hoy es posible encontrar vestigios de imponentes construcciones que fueron parte de la arquitectura troyana.
Su riqueza y esplendor se debía a que era considerado como un enclave comercial muy importante para la región, su puerto -parte del mundo conocido- era un punto obligado de pase en la importación y exportación de mercaderías en la antigüedad, por lo que los troyanos en su deseo de incrementar sus arcas del tesoro pronto implementaron un sistema de peaje a los barcos que accedían a la zona para comerciar mayoritariamente.
Es muy probable que esto provocara la reacción de los griegos micénicos, quienes se vieron tentados a reclamar su soberanía en aquellas tierras, lo que posteriormente ocasionó la guerra que puso fin a la hegemonía de los troyanos por sobre la región y la consecuente destrucción de Troya.
En el siglo XIX, el arqueólogo alemán
Heinrich Schliemann, siguiendo una obsesión que lo acompañaba desde la infancia, demostró la veracidad de los escritos homéricos al descubrir los restos de Troya VI y sus tesoros que pudieron sobrevivir al saqueo e incendio de la ciudad luego de concluida la guerra. Hallazgos arqueológicos modernos dan cuenta de pruebas concretas en torno a un largo asedio que tuvo que soportar la antigua urbe. Hoy en día el lugar donde estuvo emplazada Troya es un sitio de visita turístico y un patrimonio histórico-cultural de gran valor.
Ciertamente la belleza a veces puede traer consecuencias nefastas en el destino de los hombres y de los pueblos, por el momento solo podemos manejarnos en base a conjeturas sobre si en verdad fue la belleza de la cuasidivina Helena o la belleza del poderío de Ilion ,el desencadenante de aquella trágica guerra.


Los tesoros de la mítica Troya que halló Schielmann en sus excavaciones y que logró ocultar de las autoriadades griegas temiendo que se los confisquen.